Un Conflicto No Resuelto: Estado y Mercado en la Búsqueda de la Equidad y el Desarrollo

La aparición del Estado moderno resultó del esfuerzo colectivo de los miembros de una comunidad para lograr un acuerdo nacional en un territorio determinado. Con el establecimiento de instituciones y el crecimiento de la población en número y necesidades, se inició una confrontación inherente entre Estado y mercado.

El Estado, definiendo como su fin el bienestar de sus ciudadanos, se enfoca en la satisfacción de sus necesidades de manera asequible y con niveles crecientes de equidad. Por otro lado, el mercado comparte la finalidad de satisfacer necesidades, pero con el objetivo adicional de obtener altos márgenes de utilidad. Esta dualidad ha propiciado la aparición de diversos sistemas ideológicos que han marcado el devenir histórico y la reflexión sobre cuál debe ser el camino más adecuado para lograr el desarrollo social con justicia y equidad.

En un continuo bidimensional, dos sistemas coinciden en sus extremos en la desaparición del Estado: uno representado por el proletariado, donde la clase trabajadora y productora abarcaría la totalidad de la sociedad, y el otro por el mercado, manifestándose como intereses corporativos puramente comerciales. No se trata de una desaparición explosiva o revolucionaria, sino de un marchitamiento progresivo que favorece el crecimiento de uno sobre el debilitamiento del otro.

La mecánica de este proceso se centra en determinar el control de la economía por un actor sin la intervención del otro: un Estado que controle completamente el mercado basado en decisiones políticas fundamentadas en necesidades analizadas por instituciones gubernamentales, o un sistema de libertad económica sin restricciones que convierte todo en mercancía, manipulando el mercado para maximizar la utilidad y las ganancias para los propietarios de los medios de producción.

Los árbitros en la colisión o competencia entre estas dos posiciones filosóficas y políticas son, entre otros, la democracia y la educación. Estos dos pilares sociales implican organización, institucionalidad, medios, principios, objetivos y fines. Dado que se trata de un conflicto social protagonizado por seres humanos impulsados por emociones, tendencias y razón, es crucial encontrar puntos de concordancia que eviten los extremos y logren conciliar aspectos comunes y beneficiosos para ambas partes.

Democracias en construcción, manipuladas y controladas parcial o completamente, crean escenarios de lucha y enfrentamiento donde el perjudicado siempre es el pueblo. Este pueblo, a través de sus contribuciones, financia los presupuestos nacionales que son reguladores máximos de las economías y buscan equilibrar la distribución y disfrute de los recursos gubernamentales.

La discusión se centra en el papel regulador del Estado que establece normas que el gobierno debe implementar, chocando frecuentemente con los intereses del sector propietario de los medios de producción. Este sector a menudo emplea estrategias irregulares como desinformación, falsedad, amenazas y hasta crímenes de estado. En contraste, el otro sector puede recurrir a movilizaciones, paros y, en ocasiones, levantamientos armados y terrorismo, siendo estas tácticas intercambiables dependiendo de quién detenta el poder y quién la oposición.

Brian Tracy, en su reflexión sobre la motivación y la disciplina, resalta que la motivación nos brinda el impulso inicial para comenzar, mientras que la disciplina nos proporciona la estructura y constancia necesarias para mantenernos enfocados en el camino. Esta idea coincide con el pensamiento de que la motivación es coyuntural y efímera, en contraste con la permanencia de la disciplina, y subraya un objetivo esencial de la educación.

Aldous Huxley, en su obra «Mundo Feliz», nos presenta una visión de un individuo creado a medida de las necesidades sociales, que no experimenta frustración porque realiza lo único que sabe hacer y lo hace feliz.

Conclusión

El equilibrio entre Estado y mercado es un conflicto no resuelto que sigue siendo objeto de debate y reflexión. Para mitigar este conflicto y avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa, es crucial encontrar un balance que permita conciliar los intereses de ambos actores, utilizando la democracia y la educación como herramientas fundamentales en este proceso.

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